En el momento en que nos casamos, la prioridad ha de ser nuestra pareja. En el momento en que llegan los hijos, nuestra prioridad debe proseguir siendo nuestra pareja por el hecho de que la iniciativa es que en el momento en que se vayan acabemos la vida juntos.
Pero, ¿qué ocurre en el momento en que por situaciones de la vida –viudedad, divorcio o monoparentalidad– ahora tengo una segunda relación, y además de esto tengo hijos de la primera? ¿Qué sucede si esta pareja no desea admitir a mis hijos?
¿Y qué ocurre en el momento en que es tu pareja la que no desea a tu hijo?
Es posible que tú asimismo te hayas separado del padre de tu hijo y desees ofrecerte otra ocasión de dejar que el cariño entre en tu vida. En un caso así, tienes que tener en consideración que tu hijo siempre y en todo momento ha de estar por enfrente de esta novedosa pareja que tienes. Si a esta persona no le agradan los pequeños, elige proyectos con su pareja en todo momento y dejar a su hijo al cargo de la niñera, solo desea verte en el momento en que el niño está con sus progenitores o con algún integrante de la familia. familia… Conque escapa de esta relación, por el hecho de que verdaderamente no te importa.
Quien te desea debe admitir que eres madre y que tus hijos están por encima de todas las cosas. Y si no le agrada o no lo admite, entonces… ¡mejor dejas esta relación para toda la vida! Pues si no respeta a tu hijo, no te respeta como mujer ni como madre.
Odio a tu hijo
El apego es el desarrollo de conformar una relación fundamentada en un fuerte sentido de amistad, amor o opiniones y vivencias compartidas. Hay 2 elementos importante a tomar en consideración tratándose de vincular a los hijos de su pareja:
Los sentimientos de los pequeños hacia sus progenitores son complicados. Si los progenitores de un niño se han separado o divorciado, sus sentimientos tienen la posibilidad de ser mucho más bien difíciles de comprender. Pero la empatía es la clave para crear cualquier relación, con lo que intentar entender es clave para crear la relación.
Tenga claro que no nos encontramos sustituyendo a su padre
Y por ende el papel ha de ser diferente. En este sentido, la relación va a depender del tiempo que pasen con los chicos o las chicas y de si van a vivir juntos o no. De entrada, la norma establecida es que la educación de los pequeños y pequeñas es compromiso de los progenitores. De esa forma no debemos entorpecer o socavarlos.